Fuente: La Razón, 5 de julio de 2011
Si usted, gobernante, tuviese que construir una carretera interdepartamental de centenario anhelo, ¿sujetaría la decisión a consulta previa? ¿Le metería nomás? ¿Conciliaría criterios? Y es que la participación ciudadana puede generar tanto legitimidad como límites a la eficacia decisoria. Así, ¿es posible-necesario gobernar consultando?
Que yo sepa, todos los gobiernos, sin excepción, mandan obedeciendo. Algunos con declaratoria explícita, digamos principista. Otros más bien difusos, hasta encubiertos. E incluso están los que niegan directrices tales. Pero la evidencia muestra que todos los gobiernos obedecen mandatos a la hora de adoptar sus decisiones.
Que yo sepa, todos los gobiernos, sin excepción, mandan obedeciendo. Algunos con declaratoria explícita, digamos principista. Otros más bien difusos, hasta encubiertos. E incluso están los que niegan directrices tales. Pero la evidencia muestra que todos los gobiernos obedecen mandatos a la hora de adoptar sus decisiones.
Si asumimos este supuesto, razonable, corresponde explorar a qué pautas responden los gobiernos, a quién, cuando mandan obedeciendo. El menú es no sólo amplio, sino complejo. Entre la conciencia (pura) asentada en valores y la pragmática (dura) marcada por intereses, la no/decisión del gobernante está condicionada. Veamos.
¿A quién obedecían, por ejemplo, los gobiernos neoliberales? ¿A los poderes fácticos? ¿A los caprichos del mercado? ¿A los negocios de la partidocracia? ¿A los señores del dinero?¿A la agenda mediática? ¿A las presiones de la embajada estadounidense? ¿Al Fondo Monetario Internacional? ¿A todos ellos? ¿A quién?
Porque convendremos en que los sucesivos gobiernos de la democracia pactada -ese “modelo” de promiscuidad que huyó en helicóptero- detentaron hegemonía sistémica en el país durante 20 años, con arreglo a los privilegios de una élite. Mandaron obedeciendo con lealtad y ortodoxia. Fueron'
¿Y a quién obedece el actual Gobierno del proceso de cambio? ¿Al pueblo-pueblito-pueblo? ¿A las organizaciones sociales? ¿A los fines de la revolución? ¿A las naciones y pueblos indígena originario campesinos? ¿A los puntos de bifurcación? ¿A la agenda (no) mediática? ¿A las ONG? ¿Al entorno palaciego? ¿A ninguno de ellos? ¿A quién?
Porque también convendremos en que el reelecto Gobierno de la democracia de alta intensidad -ese impulso ampliatorio y de transformación sustantiva- construye hegemonía alternativa, desde hace un lustro, con arreglo a los sujetos de un modelo de refundación estatal todavía incierto. Manda obedeciendo. Está siendo'
Mandar obedeciendo. Ya. ¿Pero a quién? La exploración plantea un principio y una variación. El principio no es otro que el origen zapatista de la expresión: mandar obedeciendo' ¡al pueblo! No a los poderes fácticos, no a los señores del dinero y del poder, no al sistema financiero, no al Norte.
El pueblo, entonces, como sujeto al cual se obedece para mandar. ¿Pero qué/quién es el pueblo? ¿El conjunto de lo (pluri)nacional-popular? ¿La sociedad organizada? ¿El demos votante? ¿Los dirigentes de los movimientos sociales? ¿La “masa” disciplinada? ¿La militancia? ¿Todos menos la antipatria? El pueblo'
¿Y la variación? Este Gobierno ha sustituido “mandar” por “gobernar”. La mutación no es menor. Y es que la acción mandataria, aunque sea obedeciendo, no deja de ser vertical y, acaso, autoritaria. La acción de gobernar, en cambio, acaso exprese un talante más bien participativo.
Gobernar (que no es mandar) obedeciendo al pueblo (que no es a la “clase dominante”). El ideal es indiscutible. Y hay que celebrarlo. La cuestión radica en los modos. ¿Se obedece plenamente, como mandato imperativo? ¿Se obedece a retazos, como concesión? ¿Se lo hace “quieran o no quieran”? ¿Se obedece?
Y si acaso la obediencia fuese auténtica e intensa, ¿cuándo se obedece? ¿Antes de adoptar la decisión? ¿En la fase consultiva? ¿Con posterioridad? ¿Al admitir error? ¿Para avanzar/retroceder? Porque una cosa es gobernar obedeciendo por principio, con consultas previas, y otra, muy diferente, hacerlo por obligación, con reprimenda.
Gobernar consultando. No es cuestión de estilo o de buena voluntad: es un mandato constitucional. Haríamos bien en empezar asumiendo esta premisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario